Se requiere mucho valor para aceptar un sentimiento negativo pues ello implica revivir el dolor que hemos venido reprimiendo en el pasado. Desmontar las creencias que soportan tu funcionamiento cotidiano no es tarea fácil pues afecta a muchas áreas de tu vida, incluidas las relaciones que mantienes con tus seres más queridos. La idea de aventurarte en lo desconocido genera siempre temor, pero si lo haces de manera consciente y te dejas llevar por tus intuiciones más profundas, el resultado es siempre muy saludable.

Cuando dejas de defender tus falsa imágenes, las necesidades vitales cambian. La percepción que tienes del mundo material se transforma y comienzas a vivir en armonía con las leyes del universo. Entonces te das cuenta de que poseer cosas o personas no te garantiza la tranquilidad y puedes vivir seguro en medio de la incertidumbre. Las relaciones humanas se enriquecen pues los objetivos de tu interacción se enfocan en facilitar el progreso de los demás. Al  egoísmo que observa el mundo como una lucha constante, le sucede el altruismo que procura servir a los demás y al progreso personal. La pregunta: ¿a ver qué puedo sacar de aquí?, se transforma en: ¿cómo puedo contribuir para que todos tengamos una experiencia enriquecedora?

En lugar de nutrirte de la energía de otras personas, aprendes a metabolizarla directamente del universo, esto lo haces mejorando el contacto con la naturaleza. La “Madre Tierra” se convierte en un lugar lleno de belleza y misterio; su preservación deja de observarse como algo externo pues te sientes íntimamente unido a ella. Tu  cuerpo se convierte en una fuente de información valiosísima para procurarte salud y felicidad, aprendes a escucharlo y a no sobrepasar sus límites, entonces tus objetivos mentales se ajustan más a tus necesidades y posibilidades reales de logro. Dejas de temer a tus emociones negativas y te aceptas tal y como eres en el momento presente. Cuando te autorizas a sentir miedo, rabia, envidia, desprecio o cualquier otro sentimiento peyorativo, comprendes que su manifestación es el producto de experiencias pasadas y que no forman parte de tu realidad esencial. Vivir desde el amor significa aceptar lo que eres y desplegar tu personalidad creadora.