Tu personalidad se compone de cinco dimensiones. Estas abarcan el cuerpo, las emociones, la mente, las relaciones y el espíritu. Para que puedas realizar cambios equilibrados en tu vida debes considerarlas todas ellas. Las tres primeras forman tu individualidad, es decir, tus señas de identidad a nivel físico. La conciencia que tienes sobre tu cuerpo, tus estados emocionales y tus propias ideas, te permiten diferenciarte de los demás. A partir de esa diferencia, elaboras una idea de quién eres.

Las transformaciones significativas que acontecen en tu vida implican siempre un cambio de percepción. Por ejemplo, dejas de ver el mundo como un lugar hostil en el que hay que luchar y competir para poder sobrevivir, y comienzas a verlo como un lugar amable en el que, la mejor forma de sobrevivir, consiste en colaborar y servir a los demás. Este cambio en la manera que tienes de interpretar la realidad se produce en el nivel espiritual de tu personalidad y se refleja en tu forma de pensar, sentir y actuar en el mundo. Para que tu estructura de carácter se transforme de manera definitiva, no basta con que trabajes para transformarla, es necesario que la trasciendas. Para poder trascenderte es necesario que entres en relación con otras personas. Puedes ejercer un control creativo sobre tu cuerpo, tus estados de ánimo y tu mente, pero cuando entras en relación con otras personas tu capacidad de controlar desaparece. Nadie puede obligar a otro a cambiar o a ser de una determinada manera. Puedes pretenderlo e incluso intentarlo, pero nunca lo conseguirás. En cambio, cuando sirves al progreso de los demás y te centras en la creación de estímulos de calidad, las relaciones te enriquecen y te ayudan a crecer interiormente.     

La idea de escuchar el cuerpo, aceptar tus emociones y ser consciente del sistema de creencias en el que vives, te habilita para gestionar tus relaciones de forma consciente. De esta manera puedes trascender tu conducta para transformarla. Son los otros los que te proporcionan la información que necesitas para poder trascenderte. De hecho, no podemos crecer ni descubrirnos solos, necesitamos de los demás y por eso tenemos que saber expresar nuestras necesidades, establecer límites saludables y aprender a cooperar.