La reeducación consiste en corregir funcionamientos de la personalidad que percibes de forma negativa y te conducen hacia el sufrimiento. Algunas disfunciones de tu personalidad las puedes corregir simplemente cayendo en la cuenta y tomando conciencia de la influencia negativa que ejercen en tu vida. Para ello tienes que entrenar el recurso del observador, pedir la colaboración de otras personas o formar parte de programas de aprendizaje que te ayuden a localizarlos y superarlos. Algunos de estos malos funcionamientos son: “cada vez que alguien me pide algo lo dejo todo por ayudar y luego me siento no correspondido”, “estoy pendiente de todo el mundo en lugar de estar pendiente de mí”, “no sé decir que no y eso hace que me sienta abandonado”, “siempre estoy insatisfecho y quejándome”, “no hago más que crearme mundos de ensueño pero luego me siento mal porque mis proyectos no se materializan”; etc.

Mediante la reeducación lo que haces es caer en la cuenta de un comportamiento concreto que te está perjudicando y elaborar una respuesta creativa que te mueve en una dirección diferente a la habitual. En general, los comportamientos puntuales, por muy negativos que sean, no los percibimos como fracasos personales. El fracaso deviene como consecuencia de la acumulación de pequeños comportamientos anómalos, de cuyas consecuencias puntuales no somos conscientes. De ahí que la diferencia entre el éxito y el fracaso sea muy sutil. A priori, tan fácil es quejarse como no hacerlo, sentir alegría o envidia por el éxito ajeno, hacer ejercicio físico o ser sedentario, empacharse de televisión o ser selectivo…

Lo importante es que elijas bien las disciplinas que te construyen y te aportan energía y vitalidad. ¿Cuáles son los aspectos de tu comportamiento que no te satisfacen y que podrías corregir, simplemente dándote cuenta de ello e imprimiendo una buena dosis de voluntad? Anótalos y pregúntate ¿qué deseo hacer en su lugar? La belleza de la reeducación es que no consiste solo en  dejar de hacer, sino que hay que reinventarse continuamente. Por lo tanto implica tu capacidad para ver lo que deseas corregir y el despliegue de tu imaginación creadora en acción positiva.